Ruptura amorosa: Del dolor al amor
El trabajo es despedirnos comprendiendo que aun cuando esa relación ya no existe, el vínculo no se puede borrar porque éste no muere.
Por eso es importante que, una vez liberado el enojo, nos podamos separar bien, dándole un lugar a nuestro excónyuge en nuestro corazón, reconociendo lo bueno que hubo, las cosas que no se pudieron dar, asumiendo cada uno su responsabilidad, aceptando, entregándonos a lo que fue y dejándonos en paz.
Si uno encara el dolor de la separación permitiendo que penetre en el corazón, en el cuerpo y en el alma, con toda su amargura e intensidad, este dolor, por regla general, es breve, aunque en un principio parezca interminable. Sin embargo, una vez que la persona lo ha pasado, la separación está superada.
Una buena separación se logra cuando los compañeros mutuamente están en condiciones de decirse:
Te quise mucho. Todo lo que di, lo di con ganas.
Tú me diste muchísimo y lo honro.
Por aquello que entre nosotros resultó mal, yo asumo mi parte y te dejo la tuya.
Y ahora te dejo en paz...
Así quedan separados y cada uno sigue su camino.
Aceptar y aprovechar la experiencia vivida, darle el lugar que le corresponde dentro de nosotros, nos deja en paz.
Cada relación, al dejarnos enseñanzas, nos prepara la siguiente y así contribuye a que se vuelva a dar el amor.
Bert Hellinger